El día
había sido placentero, la tarde fresca.
Siempre
que podía, salía por las mañanas.
Caminaba
sin rumbo y sin ganas, palpando las paredes de las casas, el grosor de las
pintadas, oliendo las meadas, tocando la textura de las fachadas, leyendo los
letreros del ayuntamiento.
“Prohibido
aparcar “
“Prohibido
girar “
“Prohibido
hacer aguas menores “
“Prohibido
pasar “
“Prohibido
mendigar”
“Prohibida
la venta ambulante”.
Prohibido,
prohibido, prohibido, prohibido………..
Un día, en el que Rafael se olvidó en casa la sensatez, su mano, ebria del poder que da el peligro, escribió: ( Rafael mirando para otro lado ).
Prohibido comer, vivir y joder.
Y como
los del pueblo, por aquel entonces, ya tenían en las venas la sabiduría de la
escritura, no se privaban de aportar su granito de arena, más que de arena, de
lápiz de carpintero, algún tizón apagado y más de un residuo mal limpiado por
las prisas. Rafael, que por otra parte tenía los pensamientos más flacos que
alfileres, le complacía sobremanera la labor del no pensar, y se entretenía con
muy buen estilo, leyendo las aportaciones gratuitas y desinteresadas de sus
convecinos, fruto, muchas de ellas, de
su ingenio, o de sus necesidades.
“Yo vendo, la felicidad perdida “
“ Yo
compro, soledades usadas “
“Yo,
amo a Clarita “
“
Regalos mis tres vacas, a quien haga callar a mi mujer “
“Se ha
perdido perro de lanas, si lo encuentra, se lo queda, por favor, que no cabe en
casa.”
“ Juan,
cornudo, que todo el mundo sabe lo de tu mujer,!!! Y tú sin enterarte, serás
gilipollas …
Un poco
más abajo, y con letra infantil:
Mi papá
se llama Juan, elis, elis.
A
Rafael le gustaba perderse por las calles, caminaba con su oído filtrando las palabras, con sus ojos, los
gestos de vidrio de las caras, la hueca placidez de las ventanas, el cansino
paso de lo dejado atrás y no poder usarlo, el porvenir sin controlarlo, fundido
en el presente, ulcera tenaz de la impostura.
Y
caminaba, caminaba con su ritmo aflanblado y sus
manos flácidas, con venas ajadas y
toques de censura, con su rostro casi formando
paralelo con lo orondo de su panza y el gesto del ser, que se cree feliz
con lo que tiene.
A
veces, se sentaba en el único banco de la plaza, bajo la sombra de una
jacaranda mal formada, y su no pensar en nada, se solazaba con los diálogos
sueltos de las vecinas.
Era su
forma de estirar los días.
-Digo
yo, que me dijeras.
-Qué ?
-Le
dieron el trabajo a tu niño ?
-Le
dieron, le dieron.
Y otra.
-Con
Dios, vecina.
-Con
Dios.
Un poco
más lejos.
-Maríaaaa!!!
-Queeee
.?
-Vente
un ratico pá mi casa.
-Que
no, que estoy en el tema de la limpieza !!!.
Rafael
caminaba, no sabía si pensar, si pensar en la puta vida que llevaba, en su
mujer, en los pelillos de las tetas de su mujer, en la olor de su sobaco, en
sus vestidos ceñidos, pues se cree una odalisca, aún que Rafael sabe de sobra
que es una bombona de butano.
Con los
niños, ni nombrarlos, pobrecitos míos !!!!...
Con su
trabajo, cuando le preguntan, Rafael pone una expresión muy dulce en la cara.
-Trabajo
con la ecología- contesta poniendo cara
de poker.
-Ahhhhhh,-
le responden con igual cara.
Rafael,
hace una pausa, les mira.
-Controlo
el flujo y reflujo de las aguas.
-Ya,
las aguas, claro, claro, las aguas…puñetero……….que bien!!, y seguro que no te
cansas nada.
-No,
claro, nada, ya se sabe, el flujo y el reflujo…-asegura Rafael con aire
convincente- Pero, eso sí, responsabilidades, todas, todas, no te creas tu.!!!
Rafael
sonríe como ve en la tele a los políticos, con sonrisa de triunfador y pensando; “aquí me las den
todas.” ( los políticos siguen
sonriendo, pobrecitos batracios ).
También lo suyo, bien mirado-piensa- es un oficio interesante, trabaja para la municipalidad, como controlador de calidad del sector de aguas residuales .
Afortunadamente, Rafael, no tiene odiseas, ni
los conflictos de Hamlet, ni en su casa, le espera ninguna Penélope.